Apreciaciones en torno a la lavadora centrífuga

[Número 43 – 2022]

De la serie “Centrífugas” de Vicente Arrece

Las lavadoras en sus ciclos centrífugos alcanzan el apogeo de una correspondencia entre lo bruto y lo sutil, manifestación de una profunda dependencia entre el estrepitoso peso del aparato y la circulación leve y blanda de su contenido.Más allá del parentesco electrodoméstico, hallamos en las lavadoras una cierta semejanza con el microondas, el cual si bien pudiera parecernos superior en el sentido técnico de su alcance a lo sutil, en el campo de la molecularidad, nos resulta en la práctica un espectáculo del todo imperceptible, y es que, este cae en la categoría de fenómenos en los que no nos queda más que creer, una clase de acontecimiento ante el cual, dada su escala, solo podemos maravillarnos imaginando según lo que nos contaron, faltos de una materialización perceptible de lo acontecido, y apenas quedándonos con el antes y el después de un pan con queso derretido que nos niega la experiencia del oscilamiento particular. En cambio, en la lavadora hallamos una experiencia manifiesta de lo mismo: lo que en el microondas es la espectacular rotación oscilante de las moléculas de agua de un compuesto y la fricción de sus partículas (microestructura ejemplar para el resto de las escalas), en ella podemos atestiguarlo en formas menos angelicales y más estrechas a la experiencia de mundo que nos compete, una en donde se desbordan las amorfosidades de los objetos, y en donde las estructuras elementales se nos aparecen siempre cubiertas de una heterogeneidad de accidentes e irregularidades.

Por mucho que la desmaterialización exponencial del digitalizado mundo digitalizado en la actualidad tienda a cifrar las vidas en un código insustancial, nuestro mundo mundano es tosco y flácido y esta es una condición de la que, de momento, no se ha podido prescindir. Por lo que, si bien la dilución de la materia parece atender a nuestro siglo, la dimensión de los cuerpos no ha sido superada. Así en las lavadoras atestiguamos las posibilidades revolviéndose en la coagulación y desestreñimiento de la materia en viva calidad de sustancia. En las mismas lavadoras, los revoltosos ciclos de eso que varía sin nunca repetirse igual, chupando y estrujándose: “El Tao fluye sin cesar / pero en sus efectos no desborda jamás, / es como un abismo sin fondo / y parece ser el ancestro de toda cosa. / El embota sus asperezas / resuelve sus enredos / modera su esplendor / se hace uno con el polvo. / Es profundo y misterioso y sin embargo real”1.

“Las cosas frías se vuelven calientes; las calientes, frías. Lo húmedo se seca; lo seco se humedece”2. Esta dinámica permanente de cambios de estado en la lavadora centrífuga se da más allá de la sutileza que implica operar desde la mera temperatura o las condiciones climáticas, dígase, lo que pudiera corresponderse a algún cuadro impresionista de sábanas tendidas al sol y los matices de su luz. La lavadora es esencialmente una mole aparatosa y, a pesar de las innovaciones técnicas, su presencialidad es ciertamente grotesca y agitada; su cualidad de ocupar el espacio invasivamente, no ha podido superarse. En la lavadora se da lugar al inacabable ciclo de transformaciones materiales y retorcimientos de las infinitas formas y contexturas, en ella giran vueltas trapos las prendas que son molduras de nuestros cuerpos: “Cielo y tierra no tienen humanidad / tratan a los hombres como a perros de paja”3. En lo vuelto trapo atestiguamos el flujo de lo sólido (el olear de las montañas), el vuelco a la abstracción indeterminada por parte de los objetos concretos, y, por otro lado, la concreción de lo abstracto en la fenomenización de dinámicas elementales (“profundo y misterioso, y, sin embargo, real”4). Cuerpos de trapo oscilando en saltos abruptos, sometidos a la renovación y despojo de su mugre hacia una nueva frescura, de pronto son suspendidos al reposo y coronados con la tintineante guinda de una aguda y felizcancioncilla que nos anuncia el acabo del ciclo.

Notas:

  1. Lao Tse, Tao Te King. Traducción de Gastón Soublette. Cuatro Vientos Editorial. ↩︎
  2. Heráclito, en Heráclito y Diógenes de Guy Davenport. Traducción de Cristóbal Joannon. Ediciones Tácitas. ↩︎
  3. Ibid. ↩︎
  4. Ibid. ↩︎