Jardín silvestre
en el cuerpo
flores habitan tu pecho
se vuelven nido
[ojos]
paniculata de luz teñida
que traje del Norte de África
a dormir sobre tu pecho
aparto la espiga
mis manos son pétalos que nacen de tu ombligo.
**
Día: Domingo
Los domingos, como todos los días, amanezco con la ausencia de la levedad, escuchando mi eco en toda la casa,
recordando que no hay confesionario ni hostia que puedan salvarme.
Tal vez nací un domingo, el más silencioso, el más solitario.
El domingo como atisbo de mi vida, como presagio, herida o como costra.
Domingo como día de resurrección y de muerte. Domingo para cuestionarme si Dios quiere que vivamos con un sentimiento de culpa perenne.
Domingo para recordar a quien no me quiso.
Domingo. Domingo. Domingo. Siete veces por semana domingo.
Padre
El dios me vio gimiendo con el rostro humedecido; le pregunté si él también era como los padres que no aman, si me dejó en la tierra para dejarla salada. Si su plan era que yo hiciera los océanos.
No hubo respuesta.
Ahora, desde que perdí mi fe mi cuerpo ha permanecido inmóvil. Claudico de mil maneras, dejo la oración a medias. Ahora sólo comulgo con las bestias. Sé que me castigarás. Me estoy doblegando, señor. Crucifícame, y déjame sin resurrección.
**
Sin
Amenazabas con volcarme, con dejar la casa vacía. Sin un plato. Sin una foto. Sin un CD de Spinetta para recordarte. Me lo habías advertido cuando me entregaste el amor a puñaladas.
No se abrían los brazos por completo, las palabras temblaban en conversaciones silenciosas, pero dime, querido, si no me lo habías advertido. Empezaste a huir como si realmente fueras a salvarte, yo hui hacia el desapego y todavía estoy fallando. Rasguño las heridas mientras no creo en finales felices.
A mamá le gustaba el café sin azúcar,
y así era ella.
Yo la amaba, y ella era amarga.
Ella creía que yo nunca sabía nada,
pero siempre supe todo.
Yo la amaba y ella era amarga.
Su intento fallido de suicidio.
El café suicida nunca la amó,
y yo que la amé tanto
no fui más que café
con azúcar.
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Nube de gas
Irremediablemente
Sé cuándo voy a llover.
Cuando voy a llover es porque mis nubes se condensan y me desgarran
Ellas inundan esta ciudad ya desahuciada
humedezco el cementerio llorando a todos estos muertos
grisáceo el cielo
[Lluevo]
Lluevo todos los días
para recordar la desgracia
de ir
perdiendo
tantos hijos.
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Quiero con mi boca
Bendecir
cada poro luminoso de tu cuerpo
Pétalo a pétalo.
Tu cuerpo regado por mi
energía del nuestro sol.
Fotosíntesis de toda la luz del mundo
[nuestro pecho]
Quiero con mi boca
Bendecir
las gardenias, las margaritas y las malvas
de todo tu cuerpo.
Eva Tizzani
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Sobre la autora:
Escritora venezolana (Coro, Falcón, 1995). Reside en Santiago de Chile. Ex estudiante de idiomas modernos en la Universidad Central de Venezuela (UCV) . Sus poemas han sido publicados en Jóvenes Creadores, Poémame, L’Accordéon, Espejismos del Trópico , Ácracia pour les Porcs y Letralia. Puedes revisar más de su trabajo en su blog Panícula.