Los problemas del encierro

Escucho a José hablar por teléfono en la otra habitación. Sé que conversa con su amante. La cuarentena le impidió verla y, dadas las circunstancias, prefirió ser abierto sobre el tema del peor modo posible; el hijo de puta me refriega en la cara, a cada rato, su falta de disimulo. Me siento humillada, pues no puedo hacer nada más que aguardar a que la maldita pandemia desista para movilizarnos sin plazos ridículos de horas y horas en los que no se puede hacer nada realmente, así quizás podría tramitar un divorcio y una orden de alejamiento.
Pero en fin, necesito ayuda. No sé cuánto más podré seguir esperando…