Poemas

Contorno

atravesado inmovilidad sin fuerza 

penumbra por la que la culebra escala 

mano adentro de pronto de la ropa brota sin posarse 

helada cara del cuchillo lo que no  

fueron las manos del enigma puestas para cubrir 

sus ojos sino hambre de claridad 

contorno atravesado sin fuerza 

penumbra por la que la culebra escala

punta de una 

lengua una líquida lanza halla su espacio  

agua nado de llama infinita queja y riesgo

crecen en su lisura 

deseoso de recibir al darse contorno atravesado inmovilidad 

sin fuerza punta de una desecha cuchilla en las ramas 

matorrales maullidos huachos por los techos

comienzo de septiembre los gatos follan y mean 

marcan maúllan 

desentierran por partes 

un cuerpo en las afueras 

las pastillas 

se agotan 

los ligamentos del atleta cortados a velocidad

riesgo

de caída 

para nadar es preciso extenderse sobre el vientre.

Trazar una línea sobre el mar

con nuestra saliva 

imaginamos el resplandor 

bolsas arrastradas por marea alta 

viajan kilómetros hasta hundirse o acumularse en la orilla 

ya no hay más que esta penumbra 

neón fosforescente estela del ave maravillosa 

un ojo holograma mira caer selvas sobre su cuerpo tendido  

acceder a un árbol traspasar sus pliegues 

en un manojo de pájaros trepar en su interior. 

Manaos/ el Líbano  

pintura en fondo azul 

mangos y olitíes 

sombreaban la vereda

de ese 

viaje 

visión de vecinos reclinados 

en la ventana 

miraban 

las aguas 

de cuándo 

era aquella fotografía? 

el último baile del carnaval

caserón de Benemou 

Manaos 

a oscuras. 

Veloz trepa por el árbol 

la culebra/ precisa su costura 

presuntuosa corredora de ríos 

preciosa 

precisión/ línea desecha entre las hojas. 

Esto transcurre 

en pasajes sin salida  

un pez invertido 

devora su reflejo  

habitaciones para fingir dormir 

o intentar protegerse 

niebla acumulada en parabrisas a las cuatro am

rejas pegadas a los muros 

intersticios 

de vidrio entre barrotes 

puertas cerradas con estrépito 

ladridos hienas mestizas y heridas 

resplandor de ventanales que se quiebran 

botellas cuchillos 

silbidos respiración de alguien que gime 

al fondo de un pasillo que atravesé  

con el ojo de la memoria brusca- 

mente abierto a la fuerza 

resplandor 

denso la materia cede

crecimiento 

entre peces ciegos 

todo transcurre en poblaciones sin suerte 

cités de caliente espesura 

a través de la noche

la manera en que todos yerran todos triunfan 

está ahí cada día 

la cabeza apoyada en azulejos 

el cuello mojado la espalda 

mojada hilachas  

zumban en la fragmentación de un collar roto que cae

estructura de sonidos 

precisos en su trazo

fermento germen frío el cuerpo en su encierro infinito 

en la necesidad de estar lúcido/ habían hienas 

mestizas y heridas entre los patios las esquinas 

te muerden mascan te arrancan pedazos 

con el hocico sonriente en el oropel de sus colmillos 

óvalos de blanca cal 

pastillas repartidas en la mesa de vidrio 

vasos servidos hasta el borde el hielo asoma su piedra trasparente

shramanas cubren su cuerpo con ceniza 

caen monedas pedazos de voces retazos de sentido no hay noción 

del cuerpo en su red de firmes amarras 

todo late barcos podridos algas entre maderos 

su peso y su espuma oscura deciden por mí 

que me toco la cara pienso que pienso en el mar 

mientras un rostro de cera habla 

desde el otro lado apunta con énfasis 

pasajes sin salida niebla acumulada en los parabrisas a las cuatro am 

preñados de qué cuento al fondo 

de una casa con ladrillos rojos 

un callejón cerrado 

en que el ángel se lame las uñas 

bolsas plásticas retratos 

orquídeas maleza 

suavidad 

de agua entre los dedos 

al amanecer 

sorbido el oxígeno a velocidad 

vegetal de hojas y raíces. 

Korá/ Guillermo Mondaca Fibla

Sobre el autor:

Guillermo Mondaca Fibla 

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