Sentado en mi cama

En ocasiones todo es mentira

Sentado en mi cama, regresando de la suya, pienso que todo es mentira. Que cada parte de aquella exaltación que me provoca su boca y sus palabra, no son nada más que mentiras. Y no de aquellas que se hacen con malas intenciones, sino mentiras que se dicen para poder sobrevivir. Ambos, demasiado orgullosos, no podríamos aceptar el hecho de que el dolor es más grande, aunque en el ojo del otro podamos ver desesperación por una vida que ya parece perdida. No diríamos ni una sola palabra, preferiríamos besarnos y consumir la angustia con la piel del otro.

Estoy triste, me gustas mucho.