Después de las despedidas, los ruidos de la fiesta se fueron apagando a medida que se alejaba de la casa. Las risas, resonando aún en sus oídos, lo acompañan mientras se tambalea ligeramente por la calle, en pos del paradero más cercano. El pequeño zumbido de la borrachera se siente agradable, y aún sonríe pensando…
