Mi nombre significa raíz. Cinco letras acentuadas, cinco dientes de leche incrustados que aún llevo conmigo. Pensaste que me daría fuerza. Flechas apuntando flechas, mis órganos, dianasmordidas e invisibles esperando el sopor de la tierra. Heredé el nombre de mi padre. Se suponía que me hundiese en el barro, pero cualquier circunstancia no fue prudente. Madre. Las raíces no florecen.
*
No hubo madre que me enseñase a cantar ni a igualar su ternura. He roto mis dedos perfilando la rugosidad de las paredes, buscando el color oculto que brote desde el centro. Esta casa me sueña de forma febril, recurrente, inmersa en pánico, entrando por los débiles umbrales. Yo también era la casa. Fui sus habitaciones llenas de escombros y con olor a polilla; los juguetes de la infancia con que rompí mis encías. Me siento en las piernas de mi madre,que en mí muere. Pongo mi oído hacia su pecho, se hace lento su sonido. Duro cierro los ojos. Meduelen los párpados mientras imagino el color de la casa y sus paredes. Esta casa es negra, esta casa duele.
*
Tío, la familia es el primer dolor. Quedamos intactos en la partitura de esta casa. Me he bebido el horror de tu consejo. Miraste dentro de la copa al amor definido a gritos, el muñón de mis rencores. Fantasmas de esta herencia me llamaron para obedecer. Toda esta noche apunta hacia mí y a un cuerpo humedecido por sortilegios, solsticios y quiromancia. Oigo a tu fantasma murmurar al mío. La familia es el primer dolor, dijiste, antes de que tus córneas cayeran a tajos. Deséame salvo, salvo para siempre en mi próxima reencarnación.
*
Girando en un espiral venía, en un torcido
[espiral venía
Tatarabuela, ¿vienes con tu nombre?
Cae al piso arrítmica y con soplo
Se tropieza
Estropea la forma de su apellido
A veces la veo, me agujerea las manos con su lengua hermafrodita
Algo esconde en su bolsillo, estoy seguro que
[es una letra
Cae al piso sin levantarse, sin abrir los ojos
Se rompe la boca, escupe un nombre entre miles
Entre miles de partos y amnios
Y la sangre llega hasta mí para nombrarme.
Nadie me advirtió que si contaba frutos también contaba augurios. He balbuceado algunos rostros. Me obligan a retener un poco de necedad, un poco de sumisión hacia la vida. He venido aquí como el abominable hombre, lleno de infiernos, con quemazón en la boca. Voy navegando hacia el centro de mi madre pero, ¿a quién salvo yo en este viaje?
Me asusta
Una huida verdadera, que al cruzar el umbral no recuerde mis caras
Una ausencia que me sienta sobre sus piernas para llenarle el hombro de llanto
Déjenme quitarle los gusanos a mi ternura, déjenme que afine el primer dolor
A pesar de tanta soledad en la carne
He aprendido a dolerme
Julio Cesar Tizzani
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Sobre el autor
Julio Cesar Tizzani nació en Coro, Estado Falcón, Venezuela en el año 1990. Estudió medicina en la Universidad Central de Venezuela y actualmente reside en Loncoche, región de la Araucanía, Chile. Ha colaborado en periódicos locales de su ciudad natal, en la revista en linea Letralia, y este año fue publicado su poemario por ediciones Palimdromus.