Diálogos con mi tristeza

1.

Arrastrando la bolsa del pan después de las cinco de la tarde, encaminandome a cruzar una calle inundada de imágenes casi utópicas, siento la necesidad de abrir el pecho, explotarlo como una mina de diamantes en bruto y recrear el atropello de aquel animal que se suicidó por el cambio de estación.Es un hecho. Así pasaron diecisiete años de existencia onírica, me desdoblé del sentimiento casi maternal de una secuencia de fotografías mal tomadas,desligué la carne entre tus huesos  y mis intestinos, la piel de la flor, del coraje de mis lunares hasta el manto constelado de venus. Así han pasado sueños, realidades y bolsas rotas por arrastrar el mismo pan una y otra vez.

Quise enfrentar al caníbal de piel gruesa,maldito eclesiástico ladrón de emociones. Hacerlo  callar con un par de prosas en su insignificante paranoia boreal. Me vi enfrascado en dar el diezmo al planeta, al mundo en que las calles huelen a orina de un casi repugnante humano, entre rejas se asoma el vendedor de cigarrillos muertos, cultivados con la sangre del aborigen en peligro de extinción, recorriendo un mundo imaginario con su lanza de deseos y frustraciones latentes. Aun así todo el tiempo me interné en el manicomio de la discordia, cruzando la calle como un cuento de Disney. Una imagen en tonos sepia rescatada del basurero con un colchón de prostíbulo en mi sien, todo es más fácil y excitante. Cruzar una calle de cemento limpio, sin autos, se hacía fácil, fácil a la existencia de la demencia. Pero tal vez sea un sueño, un pequeño sueño donde la monotonía rompe la base de la emoción y se vuelve un hecho de carne y hueso. Y aun así, arrastro la bolsa con una realidad quebrada y el corazón en el punto máximo de deseo infartante.

2.

Amor libertario de cruces enfrascadas en el pueblo de la tierra sucia, consumido en la fragilidad con golpes de puñales/señales ante la memoria.Las rimas se hacen en declinaciones al momento de acercarse, invito a tu emoción a desfilar entre mi piel, las venas se encarnan en miradas de tragedias y telenovelas venezolanas. Reflexionando en la admiración de palpar el toque insurrecto, encontrar entre sueños y sueños el recorrido de un barco porteño. Observarla melancolía de una lluvia descalza en búsqueda de una felicidad mamaria. No es arte pensar que el sentimiento se requiere de un toque, siluetas en postuma sensación de descanso.Quiero sentarme a escuchar todo, sensaciones, reencarnaciones, entes. Doña Rosa, casi Afrodita, forma el anclaje entre la carne y lo emocional. Tres sábanas en reconstrucción, formar una letrina anti universo  dando gestos de amor casi insurrectos. No quise tocar los brazos. Abrazar al girasol en este primero de mayo se siente casi utópico,se resigna a la odisea de Homero. Amor entre cuatro palabras,entre cuatro paredes, entre cuatro cigarros compartidos.

Intenté mezclar la saliva de un asco universal. Sativa sensación entre la nube y la raíz de tus calcetines morados, narcisos conectados entre  noción y descontrol. Semanas inconclusas desde la ingesta de alcohol. Sólo sensaciones entre el golpe marchito de la ida, la ida en el despido, en el fuego, entre los colchones mal usados, desde la basura hasta el alto mar, desde irreparables pasados. Piensas que el futuro lo es todo, aunque la paz del nirvana momentáneo se hace más imposible que la triste horas de su minutero. Tal vez prender el  fuego sea una imaginación. Aunque la dinamita no se funda en sola con la destrucción, se afina a la idea de formar una explosión melancólica, recuerda. Y de interpretación, a forma de arrancar, a forma de cómo descansar. Solo. No solo. Solo despierta entre la razón y la emoción. Entre nuestra emoción y tus abrazos casi insuperables. Me detengo. Tres minutos en la cocina, la escalera nos llama a subir con ganas de recorrer cada río seco de verano, seco de lluvia malgastada. Más bien, la sensación conquista la jungla de frazadas con olor a lactante en nacimiento. Subiendo de apoco tomo ascensor hasta el Central Plaza de Hong Kong, con un maletín con dinero sucio lavado en un charco de sangre, dando la división y el pago de una alma desunida.

Entre razón y razón, eres el sangramiento de mi nariz. El gatillante explosivo de este peculiar amor en libertad.

3.

El asfalto se va en su pendiente,

inmaculada de sentimientos,

inundada de emociones y

tal vez en con erosión cardio vascular

dando el hecho en falsas promesas.

Aquel forastero espera la motivación casi lunar

en enfrentar el cósmico y pelotudo sentir.

Es casi existencial, casi sinónimo de lo que

llamamos: «desglosar el corazón» en teoría

los cerezos se pierden en este cemento

lleno de presas vivas especializadas en divulgar

la poca humanidad que nos va quedando.

El asfalto, es simple

tan simple que escapa en mis manos

rematando con una magnum en mi cien

tal vez parecido algo a la resaca sabatina

se hace casi interminable

interiorizada en el vientre de esta imbecilidad.

Ya que los besos son solo imágenes de lo fructuosas

de la imposibilidad de llegar al cuaderno, recuerdos y mierdas.

Me siento cerdo

en el infierno con Rimbaud

fumando un cigarro espeso

lleno de conciencia con amorío

desamores, asfalto, no encuentro soluciones.

Así como el cerdo que soy,

me atropellaron en esta autopista

colapsada de almas llenas de tragedia griega  

insurrecta elección. Preferí el trono de satán

que ser tu amigo,

preferí leer a mi gato la historia de cronopios y famas

con tal de revivirlo, se quedó en la tierra húmeda

espesando el sentimental otoño, tal vez no escuches

pero la inocencia de la escoria muerte

aún surge, surge en el veneno de tu boca

de tus pies en la tierra

del pelaje sin un linaje

raso de poca espesura,

de poca humanidad, tan felino que me pierdo.

Me pierdo en el asfalto, en las ideas

en los conceptos, en pensamiento casi insurrecto.

Pero acá me planto

me basta con tan solo pestañear

y darme cuenta que solo quería

que vivieras un tiempo más.

Nadie sabe que el maicillo es cómplice

de este homicidio.

Nadie sabe que la discordia es amiga

de este asesinato.

Nadie sabe yo tenía ese amigo

en este maldito asfalto

degenerando la primavera

con el corazón en hielo

en ramas

en tiempos

en segundos.

En venenos.

4.

La arpía Calíope, desde el primer beso hasta el último.

Concluí en una desesperación racional e irracional, casi impredecible. Acudí al lloroso río en putrefacción, donde lavé mi cuerpo en agua bendita, cruzando los rumores entre un dios y la carne.

Siempre me vi ofuscado a la idea de conocer el fuego de otros. Entre pares y cadáveres conocí la alegría con un par de huesos rotos, tal vez algo desgastados. Me uní a la caminata de Salvador Dalí con tal de encontrar y reconocer el cadáver exquisito de una copa de vino mal usada, de sueño en sueño, poco susceptible a la emoción boreal de un hombre empedernido. Pinté más que un cuadro. Vomité en la memoria usada de un antepasado, donde lo irreal se construyó en el asfalto dando coletazos de rabia hacia mi espalda ya marchita. Me arrimo a la memoria de ese asfalto haciendo relación a aquellos años mozos donde las cantinas se llenaba de alcohol bueno, bonito y barato. Donde la memoria se escribía en lápidas de piedra, encaminándola al epitafio visceral. Es casi irreal, el pasado, el demonio y el Cristo son un mismo  pan, donde la figura se hace presente en nuestra eyaculación. Ni siquiera un par de piedras pueden desfigurar nuestro credo. Quizás sea un poco enfermizo, pero es real. Vivimos.

No hablo tampoco de una lucha constante pero sí de una gran guerra situacional. La arpía, que hermosa arpía. No hay rechazo, solamente enunciados. La solidaridad se transforma en morbo y la corteza cerebral se expande al balazo mediático del hombre descalzo. Siempre que existen peros, existen tus razones. Siempre que cabalgamos en la imaginación llevamos lo emocional a flor de piel y, aún así, no terminamos de sentir el amor incrustado en nuestra retina y piel. Hablo siempre de tiempos pasados, porque el futuro es una mierda. Tal vez me quedaría siempre en mi infancia (en la aldea como decía Teillier) y en el sueño pequeño de una persona grande.

Calíope: eres una musa poética, casi divina para este tiempo. Escribo las palabras en sangre, con tinta hecha de animales muertos y personas en estado de com.a Toco el alma con un minutero y con el segundero tajo la bolsa de drogas para instalarme a rezar tu extraño sentimiento.

-Calíope: ¿Quién lo diría?

-Calíope: Seamos uno, seamos viento.

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Sobre el autor:

Nací en el noventa y dos, marcado por una generación algo efímera

Desde pequeño tuve la necesidad de hacerme sentir vivo

Ya que las letras siempre estuvieron en la familia.

Después de morir y morir hasta morir las necesidades

Emocionales deseaban que mi alter ego

Predijera más perdidas emocionales

Por eso decidí escribir mi primer libro “cantos elementales y otros poemas”

Desde ese momento no he parado

Una sed creativa y una sed de alcohol.

Siempre unidos.

Puedes apreciar más de sus trabajos en su instagram.