El lugar de lo liminar

Hay una tendencia reciente en la narrativa de terror que ya no está asociada a las casas encantadas ni a la brujas que acechan en los bosques, que ya no habla de entes extraordinarios que manipulan la realidad. Este nuevo terror está asociado a lo humano, se asoma en su rutina y su comportamiento, se apodera de las mentes. Así funciona la obra de Tomás Downey (1984), quien construye universos que se parecen mucho al nuestro, pero en los que siempre falta algo.

Downey es un escritor, guionista de cine y traductor argentino. Fue ganador del primer premio del Concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes en 2013 y finalista en 2016 del Premio Hispanoamericano Gabriel García Márquez por su primer libro de cuentos: Acá el tiempo es otra cosa. Su segundo volumen, El lugar donde mueren los pájaros, fue recientemente reeditado en Chile por la editorial Laurel y ha vuelto a dejar en evidencia la técnica contemporánea y enigmática de su escritura.

Lo siniestro y la crisis son el centro de los relatos de El lugar donde mueren los pájaros: tres hermanas preadolescentes realizan un fatídico ritual; una madre decide dejar a su bebé en el balcón para concentrarse mejor en su trabajo; un autoritario hombre mayor revela sus temores y debilidades en una visita con su nieto a la peluquería; una mujer vive en un eterno retorno producto de la muerte de su pareja en la guerra; los Täkis llegan a la tierra para llevarse a los humanos; y dos niñas de vacaciones en la costa encuentran el lugar donde mueren los pájaros.

Las historias de Downey son cotidianas, pero con elementos fantásticos que se asemejan —por su estilo— al realismo mágico. Sin embargo, ese estilo es más un homenaje a la técnica narrativa hispanoamericana que una pretensión superficial por parte de Downey, ya que cada rasgo que aparece en sus historias tiene un propósito velado, un segundo significado en la narración. Un ejemplo de esto son los fantasmas, que funcionan más como recuerdos y señal de la melancolía que como entes macabros que acechan a sus víctimas. Sus narraciones siempre se ubican entre: entre la vida y la muerte, entre el realismo y la fantasía: “Cerró los ojos y lo llamó. Lo vio entrar a la habitación, se acurrucó hacia un costado. Entonces sintió un peso leve sobre la cama, apenas perceptible, y un frío en la nuca que le bajó por la espalda. Se sintió enferma. El pecho le pesaba y le costaba respirar, pero no se asustó. Se envolvió como pudo en una manta, temblando”.

En este conjunto de cuentos conviven lo liminar, lo animal y la crisis, una crisis que tiene que ver netamente con la disposición humana ante el mundo. Por medio de su escritura, Downey explora un ambiente que, en general, carece de explicaciones, pero donde los personajes logran dar cuenta de cómo se delinea y funciona su mundo.

Ficha del libro:
El lugar donde mueren los pájaros, Tomás Downey, Laurel, 2022, 128 pp.