El peso de la libertad

[Primer lugar concurso literario 2024, categoría cuento juvenil]

Bajo un deseo siniestro, su cabeza trazó un mapa de posibilidades. Las horas, las fechas, los contactos, todo listo para cortar el hilo de vida de aquel ser que colgaba de un péndulo.

Agotado, por la demanda continua de su tiempo, por el constante peso de tener que cuidarlo; cada día, cada hora, durante los últimos tres años. ¿Quién diría que algo tan noble se volvería una pesadilla? El dolor insoportable de aquel hombre le daba la excusa perfecta para cumplir su sueño, para volver a su libertad; alejarse de esta carga que alguna vez amó. Además, sería para acabar su sufrir. ¿Quién lo podría culpar? Cada día, su deseo de cometer el acto aumentaba. Solo lo detenía la lástima que sentía por aquel ser postrado en cama, la nostalgia apretaba su corazón y redireccionaba sus pensamientos. Hasta que una noche se decidió por hacerlo.

Fue hasta la habitación de su padre, con pasos decididos. Al entrar este lo miró a los ojos, pálido y decrépito, incapaz de levantar su mano para saludar. Quizás era su imaginación, o su conciencia tratando de calmar su corazón acelerado, la que lo hacía ver los ojos de su padre suplicando porque acabara con su vida. Con su profundo sufrir, que solo terminaría con la muerte. Se acercó al cuerpo agonizante, y antes de que su corazón se ablandara tomó una almohada y la puso sobre el rostro de su padre. Vio cómo su cuerpo se tensaba, incapaz de defenderse de aquel ataque; su libertad se acercaba, y si estaba tan contento por eso, ¿por qué lloraba? Minutos más tarde, notó que el cuerpo postrado ya no estaba tenso. Comprobó su pulso, y nada, ni siquiera un débil latido. Lo había hecho, realmente lo había hecho. A paso lento se fue a su habitación, se metió en la cama y, apenas se acomodó, se hundió en un llanto incontrolable hasta caer dormido.