Por fidelidad a los fantasmas

A la noche

Soy paseante.
De tu espacio que mastica límites,
y predica la sensación de un oscuro cuento del mar;
que reanima a la intención extasiada
                                                                                                del pájaro que te teme

Por el grito de tus cálidos pechos desconocidos:
arropándome de la pregunta de tu viento perfumado,
obligándome a la escucha de tu música inconmensurable,
a tu regalo evolutivo de principiar los nombres de tus lunas

Vuélveme el vuelo de una mariposa sonámbula
que se posa en los silencios de tu forma,
que zozobran sobre el aire de tus palabras en vela:
impolutas de olvidos y
adormecidas bajo el árbol parecido a las nubes viejas
en las que subsisten:
             tus Ojos en Abismo que aparentan ser mi rostro anochecido

El enmascarado

Te observo por una ventana sin luz
Y te obligo a escribir poesía de ensueños
Y escribes la expresión final de tu vida.
Eres indeciso.
Todo podría fácilmente parecerte olvidado
Como el uso de la palabra “casa”
Como la ceguera debajo de tus párpados
Como la deriva de tu oralidad desajustada.

No recorres las calles de día en tu país de luciérnagas
Sueñas con verte junto a los pasos de una sombra en calma
Y fosforecer tu rostro en la amplitud de la noche.
Te miras por los retrovisores de los autos
Y sonríes
Te gusta transitar las mismas esquinas y
Salir huyendo a través de ellas
Entonando tus primeros cantos a
Lo insoportable del mismo tiempo enlutado.

Vuelves a recorrer las calles de noche.
Te enmascaras.
Bajo la presencia desmedida de pulsiones náufragas
Para despojarte desde la palabra “rostro” que lava tu cara envelada
Y principia la corporalidad de tu intención de
Traidor
Que también escribe
Enmascarado
Mientras te sigo observando por una ventana sin luz.

Espejo

Porque soy un viejo con su retrato,
dueño solo de aquel rostro simulado,
haré brillar una vaga llovizna lenta
en el cuadro
                                                y así entender los inviernos
                                                extraviados en mí.

Me llevaré las abejas azules,
pintaré este día con otoños de eternas risas
a la hora exacta en que ocurren las despedidas.

Con la actitud horizontal de lo finito,
escuchando la melodía que mastica emoción humana,
a tumbos renovaré la permanencia de mis sueños
en honradas noches frías,
como en una habitación con desconocidos.

Haré rodar mi cabeza cerca del mar,
ardiente mudez que sutura mi sombra
a la más antigua ventana
de un mundo próximamente
encantado.

Pero no se confundan,
les confiero mi retrato.
(En él, de pronto
                                    aparece:
                                                            una vaga
                                                                                    llovizna
                                                                          lenta).

Imagen: Frustración n°1 (2021), de Dominique González García, óleo sobre tela, 60 x 50 cm.