Un adolescente con estrabismo y una personalidad llena de inseguridades se relaciona con Kojima, una jovencita que aparenta un estatus social similar. Ambos se conocen en busca de comprensión y de un espacio al cual pertenecer. En Heaven, Mieko Kawakami nos propone una amistad sostenida por el miedo, los defectos, traumas variopintos y emotividad. Estos dos escolares protagonizan esta novela íntima y desgarradora. Víctima de una violencia injustificada, el protagonista, cuyo nombre nunca se menciona, cuestiona introspectivamente a su agresor, Ninomiya, quien parece indiferente ante el sufrimiento ajeno. Por otro lado, Momose, integrante del grupo de agresores y testigo permanente del acoso escolar durante la novela, propone un debate controversial al respaldar una ausencia de empatía. De este modo, tanto Ninomiya como Momose reflejan el nuevo panorama social con el que debe lidiar la juventud japonesa. Gracias a la notable traducción de Lourdes Porta, la obra mantiene las características más esenciales de su autora: una suma elegancia que deambula entre un lenguaje poético y la crudeza de una historia cargada de excesos. Kawakami construye el retrato de una realidad típicamente japonesa, y cuestiona constantemente nuestros valores morales en torno al suicidio y al individualismo hipócrita que abunda en un Japón contemporáneo que no puede detener su decadencia.
Por momentos, parece una novela de amor adolescente más, un relato que no busca proponer reflexión alguna. Sin embargo, esta impresión cambia progresivamente. Kawakami nos toma de la mano y nos lleva lentamente por un museo sostenido en cuatro pilares fundamentales: la indiferencia, el individualismo, la juventud y la muerte. Impregnada de una sensibilidad moderna, Kawakami, crea personajes que facilitan al lector una comprensión profunda de las consecuencias que arrastra esta decadencia prolongada y mantenida de la sociedad japonesa, que ha perdido gran parte de sus facultades más preciadas tras la occidentalización. El desarraigo del arte puro japonés se traduce en crítica y descontento. La mayoría de los autores japoneses contemporáneos perdieron el foco, alejándose de sus raíces literarias. Ya no valoran la simplicidad detrás de la sugerencia, sino que imitan burdamente la realidad. Mieko Kawakami no es la excepción, ya que pese a su lenguaje poético, sensible y corporal no alcanza a traducir los cimientos de su cultura.
El problema de la indiferencia japonesa es tan importante como el de la contemplación. Esta obra es un ejemplo del boom japonés de novelas del yo, la narrativa que predomina en los autores japoneses de finales del siglo XX y de lo que llevamos del XXI y que, pese a que sucede a los grandes de la posguerra, no entra en el ritmo narrativo típicamente japonés: no contempla ni atrapa lo efímero, no valora ni rescata nada del pasado, se queda en el límite entre la cultura propia y el occidentalismo forzado. Dicho esto, ese límite es también un aspecto único. Mieko Kawakami es parte de la nueva narrativa japonesa., una que, hija de la globalización y del trauma virtual, describe una realidad decadente. Esta novela es una alegoría del nuevo carácter japonés y un atisbo del sendero que probablemente seguirán sus retoños.
El dilema principal de la historia es el individualismo radical. Kawakami reflexiona constantemente sobre el desprecio hacia el sujeto diferente. A través del acoso escolar, desarrolla una mirada crítica en contra de la nueva norma japonesa, la misma que arrincona a gran parte de la población y la empuja al vacío suicida. Aunque con limitaciones, Heaven logra su cometido. Toca un par de fibras indispensables, trata la muerte y el desolador panorama de la experiencia escolar. Lo contado en la novela ocurre y seguirá ocurriendo. La juventud contemporánea en Japón debe lidiar, según Kawakami, con la cosificación de sus vidas, la monotonía, la ley del más fuerte y la hipocresía.
En ese sentido, Heaven, propone un cuestionamiento trascendental. En primer lugar, plantea el discurso de la voluntad. El grupo de Ninomiya representa a la sociedad japonesa actual y Momose es su caballito de Troya, quien profesa aquel discurso irracional y lo vuelve lógico: “Nada tiene sentido. Lo único que pasa es que todos hacen lo que quieren hacer, supongo. Y nada más. De base, hay unas ganas, un deseo. En el momento en que nace este deseo, no existe ni el bien ni el mal. Y si, por casualidad, se dan las circunstancias propicias para que puedan satisfacer ese deseo, pues van y lo hacen. Y esto te incluye a ti. La gente actúa a su capricho para satisfacer su deseo. Tú también, ¿no? Habrá cosas que quieres hacer, supongo. ¿Verdad que las harás si puedes? Pues, fundamentalmente, el principio es más o menos el mismo”.
Por el contrario, Kojima es la romantización del ideal vanguardista que alguna vez promulgó Ango Sakaguchi: no burlarse del hombre que se para en el tejado y balancea su caña de bambú. Es decir, la novela nos sitúa en la siguiente disyuntiva: el acoplamiento tradicional al engranaje y la mentira, o el desafío, el libre pensamiento, la aventura, el aprecio personal y la búsqueda constante de una identidad única. Heaven es una novela política, pero también filosófica. Cuestiona la naturaleza del bien y el mal, lleva la pregunta a fronteras más lejanas que las que alcanza el paradigma judeocristiano. Denuncia las injusticias, pero pese a esto, no cae en el panfleto social: es sutil y poética. Sus personajes son memorables, jóvenes e inconscientes, pero también víctimas. La inmadurez de una sociedad proviene de sus raíces. Japón está podrido, este parece ser el mensaje; Kawakami advierte y su país la ignora. Su novela es una hija ilegítima de los dos Murakami. Junto a Hiromi Kawakami, Yoko Ogawa, Banana Yoshimoto, Sayaka Murata y otras grandes autoras, Mieko pertenece a una nueva tradición literaria japonesa que, fundada desde una perspectiva femenina, no deja de caer en el pozo occidental.

Ficha del libro:
Heaven. Mieko Kawakami, tr. Lourdes Porta, Seix Barral, 2023, 284 pp.
