Cartas a mi queridísima

[Número 43 – 2022]

Querida mía:

He preguntado por ti, y no te he encontrado. Tu 
nombre hace ecos en las bocas necias de engendrar
palabrería. Retumban en las murallas, se lanzan
discordes y quiebran tu amado silencio. Y desde mi 
centro, no oigo nada, querida.

II

Qué fantasías de sombras fuiste a habitar. Tu mundo
mágico no existe sin ti. Danzan tus pies sobre un
reino perdido y en las huellas abandonadas las llaves
que olvidamos.

III

Enero es comienzo y también asesino.
Es sábado en la noche, presagios terribles arden mis
entrañas.
Presentimiento afilado, agónicas esperanzas.
No tengo noticias de ti.

IV

Las palabras descienden por la cuerda telefónica
y caen como sables rendidos
en el alma.

V

Supe que te internaron.
Dicen que están enjuta y que luego te pondrás
gorda de tragar fármacos.

VI

Querida, el frasco de ponzoña se ha derramado,
vierte corrido en las lágrimas de tu padre. Tu madre  
las recoge sobre sus manos. Juntas, elevan en un
rezo la ofrenda donde fueron a parar las aves, en las
cumbres nevadas de los árboles divinos. Cantaron
frente a las rejas doradas, y del canto, nacieron los
himnos heridos. Palpan las sorderas de las gélidas
deidades hechas en piedra.

VII

Las agujas florecen en la piel como dulces amapolas.

VIII

Las enfermeras dicen que eres buena. Sus miradas
condescendientes y sus caras presas de muecas que
aprendieron luego de tanto sosegar la insanía.

IX

Al borde de la cama rexitarás tus versos favoritos,
devota y en silencio. Los secretos son guardados en  
cosas pequeñas; susurros, agujeros en el colchón
y por debajo de la lengua. Tú sabes bien. Anticipas
cada movimiento de una inspección intrusa. 

X

Amiga mía, nuestro pacto permanece sellado
—no pronunciarás la palabra— nunca más.

XI

Los días pesan como nubes colmadas.
Pienso en lo venidero, en el día que tu nombre será 
tachado.
Se abrirán las puertas,
me hablarás en otro idioma, yo me habré vuelto
analfabeta.

XII

Odio las circunstancias
despierto y maldigo.

XIII

¿Me reconocerás en las palabras que te escribo y no
pronuncias? Necesito oírte. 
A solas. Bajo las polifonías de los mantos, hojas de
árboles meciéndose. Las aguas de sal cristalina se
recogen. Crujen los granos de arena, se rinden.
En medio oigo tu voz

XIV

Mi queridísima:
La sangre hervirá abrasadora por mis palmas
para acunar a tu cuerpo menguado
Pero tú te harás más magna,
y abrirás los abismos que hay entre
las paredes lúgubres de ese hospital
y en las niñas que no volveremos a ser 
jamás

XV

Siempre tuya,
X