RECOVECOS/ ESCONDRIJOS

Sentado en la pieza, me dice, qué hueá, te crees especial para salir así sin pensar en nadie, y empieza, los otros en una caja que tirar por la ventana de la micro, lo mismo para ti que para nadie, y comienza a establecer un orden del mundo, una gradación de los actos y las personas, como si cada vez que hablara se fuera hundiendo en una arena movediza, el suelo, el piso flotando comienza a consumir el cuerpo. Bueno, cada cual se defiende como puede de las canciones cursis y los culiaos que se creen la imagen de un filósofo con boina y papa en la boca; o peor aún, el que adopta la sonrisa irónica del escéptico, pronto a decir “borregos” en cada frase, en la descripción de cada movimiento. La pérdida me volvía más susceptible a lo poco que era, estos años eran eso, leí en Instagram que le decían “años vacíos”, podría reunirlo todo en una bolsita y llevarlo en una mochila, un detalle, ser y estar, habitar este arriendo, limpiar el polvo húmedo de las superficies, el liso del polietileno, empujar algo hacia adelante sin saber que iba a ser esto, esta vulgaridad, enamorarse, ver tele juntos, andar en pijama. Y luego el juego de la princesa mamushka: sobre este hábito de persona, innumerables escondrijos.