Sally Rooney, una autora que huyó de su fama

A sus treinta y dos años, la autora irlandesa Sally Rooney vive en una casa de campo completamente alejada de todo y todos. Después del éxito de sus primeras dos novelas, Conversaciones con amigos (2017) y Gente normal (2018), que fueron llevadas a la televisión durante los últimos años, Rooney decidió que no quería seguir en el centro de atención y, junto a su marido, compró una casa lejos de la ciudad. Su intención al publicar había sido solo la de conseguir un contrato que le permitiera seguir escribiendo, pero el nivel de fama que alcanzó superó enormemente sus expectativas. La atención le resultó abrumadora: las constantes entrevistas, charlas y artículos para los que tuvo que trabajar y, lo que finalmente sobrepasó el límite, ver puesta en tela de juicio a su familia, su situación económica y el valor de su escritura.

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En sus novelas, Rooney cuenta historias de personas comunes y corrientes en sus mejores y peores momentos; se especializa en desarrollar relaciones complejas, llenas de aristas y moralmente ambiguas. Siempre ligados a la literatura, sus personajes tienden a ser jóvenes que deben definir quiénes son para integrarse al mundo adulto, pero no saben muy bien cómo. Batallan con su entorno, sus familias problemáticas, sus tendencias autodestructivas y la difícil revelación de que el mundo no es como esperaban. Bajo sus ojos, que les presentan un cúmulo de sensaciones intensas y muchas veces confusas, cualquier victoria o derrota puede significar un cambio rotundo. Cada una de sus novelas podría asociarse a un momento particular de la vida: Gente normal, a la transición entre la adolescencia y la primera adultez, la salida de la casa de los padres, las primeras veces; Conversaciones con amigos, al ingreso al mundo adulto, el trabajo, los nuevos amigos, el desarrollo de la persona que se ha decidido ser; y su tercera y más reciente novela, Dónde estás, mundo bello (2021), al paso a los treinta, las decepciones hacia uno mismo y los demás, las dudas acerca de las decisiones tomadas y el miedo a que la mejor parte de la vida ya haya terminado.

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Mucho se ha especulado sobre lo autobiográficas que pueden ser estas historias, considerando lo cercanas que están a la experiencia de la autora. Ella afirma que no lo son, sino que se basa en lo que conoce para escribir: Dublín, la literatura, la juventud. Sin embargo, Dónde estás, mundo bello pareciera acercarse un poco más a la realidad de Rooney. En esta novela se cuenta la historia de dos amigas, una escritora que no sabe cómo seguir su carrera luego de alcanzar una fama no deseada y una editora de una revista mediocre en la que no logra conformarse. El libro está compuesto por dos narrativas: por un lado, la historia de cada una de las jóvenes y el desarrollo de sus relaciones amorosas con distintos hombres; por el otro, los correos electrónicos que se envían entre ellas contándose sus vidas y debatiendo temas de contingencia u opiniones políticas.

Pero la autora ya no se deja intimidar por el público. En el tiempo que le tomó escribir esta tercera obra, entendió que su lugar no estaba frente a los focos de la prensa y tomó la decisión de cambiar su estilo de vida. Para el lanzamiento del libro no hizo grandes presentaciones y solo concedió un par de entrevistas. Pero lo más importante es que planteó en la novela sus ideas políticas sobre la sociedad neoliberal, sobre todo con respecto a su pensamiento marxista, pero también sobre relaciones amorosas, salud mental y demás temas, siempre desde su nueva valentía de no esconderse del ojo público, sino que hablando sin miedo. Debido al cambio que la entrada al mundo literario significó en su vida, Rooney ha expresado públicamente la contradicción que significa para ella venir de una familia sumamente humilde para luego insertarse en el intelectualismo burgués de la literatura. Sin embargo, la forma en que lo ha puesto en el papel ha sido tan delicada e implícita, que ha sido ella misma quien ha debido aclarar, principalmente en su entrevista para el Louisiana Channel, el pensamiento que hay detrás.

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Pareciera que, aunque niega basar sus personajes en sí misma, hay ciertas características que comparte con ellos, las que la llevan a entenderlos en su complejidad. A Marianne, personaje principal de Gente normal, se le parece en su personalidad tranquila y callada, pero siempre con opiniones sobre todo. En Connell, de la misma novela, podría encontrarse una referencia a su origen de familia humilde y trabajadora que, pese a todo, la apoyó en sus deseos de escribir. Se asemeja a Frances, de Conversaciones con amigos, por “la forma en que enfrenta la vida y los problemas, que podría ser una alegoría de cómo yo también los he enfrentado”, como mencionó en una entrevista. Y a Bobbi, quizás, en su estilo bohemio y forma de ver las relaciones amorosas, aunque esto sea imposible de comprobar. A Alice, de Dónde estás, mundo bello, se parece en lo más evidente: en la fama no deseada y el costo que esta tuvo en su escritura, pero también en su pensamiento político marxista y su análisis de la sociedad actual.

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Sally Rooney, como la autora más importante de su generación, según ha declarado parte de la crítica inglesa debido a los premios literarios que se le han otorgado, tiene una forma realista y singular de presentar y desarrollar personalidades y problemas comunes, frente a la que al lector le resulta imposible no verse reflejado. Tiene, además de personajes profundos, sentido del humor y ojo crítico. Plasma en sus novelas una forma de entender las relaciones —tanto familiares, como amistosas y románticas— en su complejidad y sin banalizar las batallas de cada uno. Y, precisamente por esa sensibilidad que la caracteriza, su escapada de la fama no resulta tan difícil de entender. Su capacidad de cuestionarse las relaciones interpersonales, o de elaborarlas en profundidad, sumada a su pensamiento político, quizás la ha vuelto reacia a los intercambios netamente comerciales y por eso ha preferido quedarse en los márgenes, donde puede, dentro de lo posible, mantener una vida privada y sin necesidad de exponerse todo el tiempo.