Suena mi celular y aparece en la pantalla:
“Llego en cinco minutos”
Bajo por el ascensor y me siento a esperar en el sillón de la recepción. Veo entrar y salir a muchas personas sin razón aparente. Algunos traen bolsas, botellas, perros.
Abre la puerta un joven en bicicleta, de cabello largo y orejeras de minino. Los conserjes le hablan:
- ¿De dónde es usted? No lo había visto por acá.
- Soy la pareja de Marcelo, departamento 39 -contesta con voz grave.
- Disculpe. No está inscrito, tiene que pedir que lo registren para poder entrar.
Vibra mi celular:
“Ya llegué”
Me paro y salgo a la calle. Me espera una silueta robusta y de cabello corto, más joven que yo. Al escucharle me doy cuenta de que es mujer. Me entrega dos papelinas y se va. Vuelvo al edificio, en el cual ni siquiera resido y subo al ascensor junto al chico de la bicicleta. Las puertas se abren en el piso 20, donde solo espera un gato. No sube. Llego al piso 24 y entro a la habitación.