Jorge Herralde: la vida por los libros

[Número 11 – 2007]

Jorge Herralde es, de algún modo, el editor con que todo autor sueña como interlocutor y gestor de sus libros, un espíritu refinado y un lector paciente. Un hombre elegante, en suma, y en el sentido más vasto, menos clasista del término. Estuvo hace un par de meses en nuestro país, diplomado académico honoris causa de la Universidad Diego Portales. Luego le enviamos esta entrevista. Luego de concluida la feria de Frankfurt, nos la envió de vuelta.

Hemingway se quejaba, en su correspondencia con Maxwell Perkins, de que la vida de sus libros era demasiado breve. Por buenos y aclamados que ellos hubieran sido, tarde o temprano desaparecían para siempre de las librerías. ¿Puede un buen editor paliar o neutralizar ese problema? 
Un editor lo que puede intentar es que sus libros sean lo menos perecederos posibles y mantenerlos testarudamente en su catálogo. En el caso de Anagrama tenemos la fortuna de tener en el catálogo buen número de libros que ha resuelto ser longsellers durante décadas gracias a autores que van desde Kerouac o Burroughs hasta Kapuscinski o Auster. O “rarezas”, libros únicos casi, como La conjura de los necios de John Kennedy Toole, La melancólica muerte de Chico Ostra de Tim Burton, 84, Charing Cross Road, de  Helene Hanff. O la más reciente, Los girasoles ciegos de Alberto Méndez 

Muchas veces has mencionado las operaciones “punitativas” que el franquismo desarrollaba contra Anagrama ¿Estuvo alguna vez la editorial en fase de perecer? 
Las acciones “punitativas” (en realidad, las comillas sobran) más gravosas fueron los secuestros de libros, de los que Anagrama sufrió diez o doce. Y no sólo en vida de Franco sino también durante el gobierno de Arias Navarro, su inmediato sucesor, siniestro personaje, o dicho de un modo ligeramente más amable “ un desastre sin paliativos”, según palabras muy comentafas de Jan Carlos de Borón en el New York Times, cuando aún tenpia que soportarlo. En cualquier caso para Anagrama resultaron los últimos y temibles estertores del franquismo en el gobierno. 
Pero la crisis que pasó con mayor peligro Anagrama sucedió algo después, a finales de los 70. Se combinaron varios efector, fundamentalmente dos: una grave crisis de nuestra distribuidora, Enlace, que logrí sobrevivir a duras penas, y el llamado “desencanto”, que convirtió en obsoletos los libros políticos ( y también las revistas, que desaparecieron todas) que, paradójicamente, habían contribuido a impulsar la transición. Entonces, una parte apreciable del catálogo de Anagrama tenpia una fuerte coloración política, izquierdosa, por lo que sufrió la pérdida de lectores consiguiente. 

Con el “boom” hispanoamericano, los editores ibéricos promovían/ vendían a los grandes autores latinoamericanos en América Latina. ¿Crees que sea posible hoy repetir un fenómeno semejante? ¿Es todavía un buen negocio? 
Pienso que el “boom” es irrepetible, como todos los fenómenos propiamente dichos, muchas circunstancias han cambiado, las variables de la ecuación han variado demasiado. Por otra parte, exceptuando un número más bien reducido de autores, creo que la expresión “buen negocio” es discutible. Pero sí es cierto que los escritores latinoamericanos circulan con mayor fluidez. Recientemente se dice que ha pasado a una cierta regresión: de nuevo los compartimientos estancos, la “balcanización”. Y se ha subrayado que, en el ámbito hispánico, a los autores latiniamericanos les cuesta ser conocidos, por no decir editados, fuera de sus países respectivos. 
En Anagrama, de forma voluntaria pero con moderado éxito, intentamos ir a contracorriente. Publicamos cada libro al menos en su país de origen y en España de forma simultánea, e intentamos distribuir en otros países lo más activamente posible 

¿Hay algún libro en tu catálogo que nunca volverías a publicar? 
Creo que los volvería a publicar todos en el momento en que lo fueron y podría defenderlos con mayor o menos énfasis ( y en no pocos casos con gran vehemencia). 
Naturalmente, y ya fuera de la valoración literaria, en ocasiones hemos pagados anticipos bastante desparatados, en especial en las Ferias de Frankfurt de los 80. Se producía el síndrome del presunto Libro de la Feria, subastado a partor de fragmentos, sinopsis, etc. Y el deso mimético, como diría René Girard, de los editores, astutamente inducidos por colegas o agentes, propiciaban apuestas poco sensatas. Por otra parte, durante toda una semana en Frankfurt, uno tenía ganas de que “pasaran cosas”, descargar la adrelanina. Algo así como tonterías más o menos juveniles. 

¿Hay alguno que sea tu mejor apuesta, el libro que justifica toda tu trayectoria de editor? 
Una pregunta difícil de responder para un editor en activo, consciente de los egos que apacentrar o apaciguar. Pero por poner ejemplos de escritores que ya no están con nosotros, aunque su obra siga tan viva, el hecho de haber podido publicar las obras más representativas de Nabokov, Highsmith, Martín Gaite, Bukowski, naturalmente Roberto Bolaño y un largo etcétera. 

Una pregunta un poco tediosa, aunque inevitable: ¿existe una crisis terminal del libro en el área de habla hispana? Óscar Luis Molina plantea algo así y que ello se remonta a las restricciones impuestas a la circulación del libro en el imperio español ¿Cuál es tu propio diagnóstico? 
No lo creo en absoluto, a menos que la hipertrofia de la oferta acabe provocando una implosión. Por el contrario, en los márgenes están apareciendo en muchos países gran número de editoriales independientes con decidida vocación literaria, que empiezan a ocupar los espacios que, diría que obligatoriamente, deben abandonar los grandes grupos por razones de rentabilidad comercial (en su escala). Como en el Festival de Edimburgo, en los fringes está mejor. 

Rosa Montero decía que el autor espera de su editor que se comporte con sus libros como un padre: que les dé su apellido, los vista bien, los saque a pasear y los ayude a crecer. ¿Es esa tu propia idea de lo que es, o ha de ser, un editor? 
Rosa Montero quizá no se atreve a decir toda la verdad: el escritor espera bastante más de un editor 

¿Qué es para ti un buen escritor? 
Buenos escritores hay muchísimos, por fortuna. En cuanto a los grandes, hay muchas definiciones posibles: por citar una, aquellos que marcan un nuevo punto de partida, una ruptura, un antes y un después. Algunos ejemplos obvios: Kafka, Joyce, Proust, Borges. Y un auténtico escritor es aquel para quien, con mejor o peor fortuna, es absolutamente necesario escribir, independientemente de éxitos o fracasos. 

¿Has querido escribir una novela, un libro de cuentos? ¿Se te planteó alguna vez una rivalidad de esa índole con tus autores? 
No, descartando fantasías y esbozos muy juveniles. La  actividad editorial ha sido y es demasiado intensa para ni siquiera planteármelo. Y todo lo que he escrito, demasiado quizá, son algo así como virtudes editoriales, la cara B del catálogo de Anagrama. 

¿Crees haber cometido algún desliz parecido al que atribuye a Carlos Barral y haber dejado tu propio Cien años de soledad en carpeta? 
Hasta el momento, no, pero no lo descarto, claro está. Naturalmente, he dejado de publicar libros que han tenido fortuna comercial, a veces muy previsible, pero que no me parecieron adecuados para el catálogo 

¿Cuál te gustaría que fuese tu epitafio? (sin ánimo de ponernos trágicos) 
Le pediré prestado a mi admirado Marcel Duchamp parte del suyo, a modo de ready made: “Siempre se mueren los otros”. O bien la autodefinición de Samuel Beckett: “Bon qu’a ça” (traducción libre: “Hizo lo que pudo”) O, dejándonos de cabriolas destinadas a una posteridad ilegible, un escueto y laico “Final de trayecto”. 

A riesgo de sumirnos en el clisé, ¿desaparecerá finalmente el libro? ¿Gana el Gran Hermano audiovisual en su arremetida contra Gutenberg? 
Hacer profecías, y más en los tiempos actuales, es poco sensato, pero pienso que la tribu lectora permanecerá largo tiempo, coexistirá con tribus más perezosas 

¿Qué libro te gustaría encargarle a Borges si resucitara? 
Por poner un ejemplo ganso: que reescribiera, a lo Pierre Ménard, Jorge Luis Borges, resucitado, autor de “Ficciones”. O bien que nos argumentara (que nos despejara la duda de una posible gran broma o una aún más posible perfidia) por qué considera a Cansinos Assens el mejor escritor español de su tiempo. Y, dejándome de tonterías, que siguiera escribiendo lo que le diera la gana 

A los autores chilenos de mi generación se nos ha martirizado con la exigencia de escribir la “gran novela del pinochetismo”. 
Una petición editorial sería absurda y condenada al fracaso literario, otra cosa es intentar activar artefactos oportunistas. Pero más tarde o más temprano debería producirse, de forma, a la vez, digamos, espontánea y esforzada. No conozco lo bastante la literatura chilena para poder opinar, pero Nocturno de Chile, de Bolaño, por ejemplo, es una especie de “operación comando”, circunscrita y fulgurante, muy lograda.  

Por último, una cuestión anecdótica: ¿es el Barcelona “mucho más que un club” para ti? 
Mis padres me llevaban a ver partidos del Barça a los cinco o seis años y he sido un gran aficionado desde entonces, con algún bache según qué temporada de alternativas urgentes, aunque en estos últimos años he regresado de nuevo con pasión diríase que infantil. Pero no soy un hincha pata negra: me gusta más el buen fútbol que el Barça. Así, dejé de ir al campo durante el periodo en que Van Gaal entrenó al Barça. Y no me canso de ver jugar a Iván de la Peña, por ejemplo, primero en el Barcelona y desde hace años en el Español. Su capacidad del último pase imposible como la de Guti en el Madrid son variantes de arte mayor. Pero volviendo al Barça, confío en seguir disfrutando con Messi.