Padres e hijos

Una invitación a repensar la infancia desde una perspectiva diferente, junto al retumbar incesante de voces que disputan sobre qué significa ser un buen padre y los requisitos necesarios para serlo, surge en una enternecedora crónica sobre la paternidad: el libro Literatura infantil, de Alejandro Zambra, reciente ganador del Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas y autor de las novelas Bonsái (2006), Formas de volver a casa (2011) y Poeta chileno (2020), entre otras. Mediante una escritura ficcional autobiográfica, esta obra crea un espacio en el que la creación literaria y la paternidad parecen no estar tan diametralmente alejadas la una de la otra. El relato cobra vida a través de una mirada íntima, a la par que reflexiva, desde un narrador que no deja de preguntarse en qué consiste ser padre mientras que transita por aquel camino poblado de complejidades y emociones.

Zambra opera como corresponsal de una infancia, la cual el pequeño Silvestre, su hijo, está destinado a olvidar: por eso se encarga de trazar un diario de sus primeros años de vida, que en un futuro surtirá el mismo efecto que un álbum de fotos: “Últimamente siento que escribo despachos para mi hijo, en vivo y en directo desde el tiempo que olvidará, desde los años borrados”. De esta reflexión surgida ante su paternidad primeriza, es capaz de revisionar su propia adolescencia y, a través de esta, problematizar su filialidad, lo que le permite ver la labor de sus padres desde una mirada sensible y empática.

El autor desentraña la complejidad de la relación entre padres e hijos, explora cómo la narración de la niñez se entrelaza intrínsecamente con la experiencia paternal y crea estratos de significado que reverberan en la búsqueda perpetua de identidad y memoria. La crítica implícita hacia las expectativas sociales y las convenciones de género relacionadas con la paternidad también se destacan en el texto. Zambra cuestiona los estereotipos arraigados y reflexiona sobre la falta de preparación y orientación para los hombres que se convierten en padres.

Tanto en Poeta chileno como en La vida privada de los árboles (2007), el autor había reflexionado sobre la “padrastría”, de modo que en su literatura ya había profundos vínculos filiales vistos desde distintas posiciones. Pero debido a su reciente paternidad, es en este libro donde el autor explora la paternidad desde una perspectiva más personal y cercana. La experiencia de convertirse en padre, confiesa, ha influido de manera significativa en su obra. El autor da un paso más allá en su indagación de la dinámica entre padres e hijos, llevando consigo una nueva comprensión de la responsabilidad, el amor y los desafíos que conlleva la crianza. Este libro se convierte así en el testimonio literario de un cambio en la vida personal del autor y de cómo su estilo ha llevado a otro nivel la intimidad y complicidad entre escritor y lector. Literatura infantil se caracteriza por una enternecedora intimidad, que nos inmiscuye desde muy cerca en este feliz cuadro familiar, que podemos ver a ratos asolado por la sombra de una pandemia y permeado por la literatura desde diferentes flancos.

Instaura también el debate en torno a la expresión y categorización de “literatura infantil”, la cual considera condescendiente y redundante: “Toda la literatura es, en el fondo, infantil. Por más que nos esforcemos en disimularlo, quienes nos dedicamos a escribir lo hacemos porque deseamos recuperar percepciones borradas por el presunto aprendizaje que nos volvió tan frecuentemente infelices”. Es a todas luces una crítica al adultocentrismo existente en el mundo literario, el que considera los libros para niños como un género menor, idea que Zambra desafía con argumentos ya esgrimidos por Charles Baudelaire.

Literatura infantil escapa cualquier categorización certera entre ficción y no ficción: se desplaza entre ensayos, poemas y relatos, lo que convierte el libro en un espacio donde la realidad y la imaginación, lo ficcional y lo verídico, se entrelazan. Los ensayos, cargados de reflexiones profundas, a veces se confunden con los poemas, que a su vez adoptan elementos narrativos, y los relatos se sumergen en la introspección propia de los ensayos. Este juego de formas literarias crea una experiencia única para el lector, quien se ve inmerso en un libro donde las fronteras entre la veracidad y la invención no importan, todo esto en pos de la conexión íntima entre quien escribe y quien lee. La ambigüedad intencional de su género refleja la maestría del autor para ofrecer una obra literaria rica y compleja, que se revela en capas sucesivas de significado.

Ficha del libro:
Literatura infantil. Alejandro Zambra, Anagrama, 2023, 232 pp.