Se suele pensar que poesía y novela se ubican en dos categorías muy distantes y, si bien una puede tener características de la otra, a pocos se les ocurriría pensar en mezclarlas. Pero eso es lo que hace Midori & El 18-O, el libro más reciente de Marcelo Rioseco, que no solo es una novela escrita en poemas, sino que además corresponde al género distópico.
Toda distopía tiene una filosofía o funciona como herramienta discursiva para pronunciar un discurso filosófico. Ahora bien, amalgamar aquel discurso con el lenguaje poético, específicamente con el verso y sus ambigüedades, es una tarea difícil; no es algo que a cualquiera le funcione, por lo que se corre un riesgo considerable. Y si dedicarse a la poesía es un hecho que, en sí mismo, es algo arriesgado, escribir novelas distópicas en verso es como lanzarse de un avión sin paracaídas.
En términos argumentativos, Midori & El 18-0 trata principalmente sobre un grupo de supuestos revolucionarios llamados “Midori y sus panketas aterciopeladas”, quienes viajan por diferentes ciudades bajo un contexto apocalíptico. Su fin es llegar a Santiago de Chile, lugar donde se encuentra la apoteosis de todo el escenario devastador y desabastecido que se describe en el desarrollo del texto. Vale destacar que en la obra no sólo se ve a un Chile autodestruido, sino que, además, posee reiteradas críticas sociales que reflejan la contingencia actual del país. “Habían estado construyendo por años / grandes edificios de altura / y se hacían proteger con fuego bazuco / manejando cuentas electrónicas que nadie conocía / escondidas en islas de plásticos en lejanos mares”.
La novela está compuesta por treinta y seis poemas, los cuales están escritos en versos narrativos. Marcelo Rioseco opta por utilizar un lenguaje metafórico, el cual, si bien puede llegar a parecer un tanto confuso, se emplea de manera pertinente, pues ese carácter ambiguo tiene un propósito estético: las palabras reflejan el mundo caótico que se retrata a lo largo de la novela, un mundo impregnado con todo el espíritu de lo ciberpunk frente a un apocalipsis contingente.
Da la impresión de que los poemas no tienen una continuidad lineal en cuanto a lo que se narra, pero cuando el lector piensa en cada poema como unidad y luego lo anexa al que le sigue, logra ver un sentido y la historia toma forma. Además, en cierta medida el libro establece un diálogo con la tradición clásica, como cuando se menciona a Argos, el perro inmortal del viejo Homero; pese a no poseer un rol fundamental en cuanto al desarrollo de la obra, la referencia es pertinente y funciona dentro de la estética de esta.
Por otro lado, cabe destacar que estamos ante una novela polifónica, pues Rioseco utiliza voces diferentes; estas no solo la hacen más dinámica, sino que el recurso también tiene un rol práctico, pues sirve de engranaje para reflejar cómo afecta a los personajes el peso de los acontecimientos sin que el resultado sea monótono. Esta polifonía se reconoce tanto en el lenguaje que se usa en determinados poemas, como en el reconocimiento de los personajes como sujetos: es el caso de Midori, que se presenta en primera persona a partir de la tercera parte (“Mi nombre es Midori / y partirle la madre a la tropa chilena es mi asunto”), mientras que en otros poemas le corresponde a un tercero referirse a Midori o hablarle a este en segunda persona: “Midori, eres el último ángel de este mundo antiguo, / la luz inmisericorde de nuestros propios pecados”.
Me atrevo a decir que Midori & El 18-O es una propuesta arriesgada. Se propone un estilo de escritura atípico y se aventura en un género como la novela distópica “experimental”; sin embargo, funciona, supera las expectativas que los lectores podrían tener. Contra cualquier predicción, Marcelo Rioseco logra articular los aspectos formales y abstractos de la poesía, homogeneizarlos con el carácter de una novela distópica y concebir a partir de todo eso un texto unitario, con trama, conflictos, personajes y, sobre todo, polifonía.

Ficha del libro:
Midori & El 18-O. Marcelo Rioseco, Cuarto Propio, 2023, 72 pp.