[Tercer lugar concurso literario 2024, categoría poesía adulto]
Descargando alma
Las tribus cortan la calle
llegan las policías
cortan la calle
baja un reo del mundo
viene hacia el grupo
hacia nosotros
en el parque de las patrullas
la joven los momentos
de hielo a cenizas
llama luz tóxica
habla pánico entero
es núcleo de bombas
en un parque
llegan los ejércitos
cantan las muñecas
se llena de invierno
descargando alma
en la puerta más cercana
los ojos de arena
¡ay puerta!
que no te toquen
Vendedor de gusanos
Solo soy un hombre que a veces se quiere matar. En la otra habitación, amor mío, la vida de otros no ve a nadie, eso es nada más. Su Dios es viral y la conversación sigue soñando que es diálogo.
Revolución muerta
Ahora sahumerio de carita dime que vena, que niebla, que rosada poblada de ojos, que pecho de huemul tiene el pan y líquido de muela podrida, la fosa dice que estoy música, más o menos parecida al sonido de uvas en cenizas, toca me dice, engáñame el cuerpo helado porque mi vida esta así, toca, desde abajo hasta arriba, se hará belleza, sécame los algodones ensangrentados; entonces las nubes gimen y llueven palabras de agua para que el dolor cuando mueran de rodillas sea y será nunca, ahí el miedo de los oligarcas que apuntaron y dijeron es él al que los muertos regresan cuando se agotan, el que ama y defiende al pobre está en su último nacimiento.
Cielo abajo
El cielo está al revés Margarita, antes estaba allá arriba y tenía el pelo largo. Sí, te lo juro, yo lo he visto antes, cuando fuimos al aeropuerto con mi mamita a comprar los pasajes. El amigo que nos acompañaba añadió un servicio extra para ver una película en una extraña sala donde habían proyectores en cada esquina que dejaban caer sus colores sobre las paredes.
Cuando la película terminó nos paramos de nuestros asientos y caímos sobre ellos de nuevo, tenían ruedas en sus patas y comenzaron a zambullirse como almas poseídas, un pedazo de cielo oscureció todo con música y nos comenzaron a repartir pastillas en vasos blancos, salieron bailarines de los rincones disfrazados de animales y en unos minutos terminaron su show. Nos paramos de nuestros asientos y caímos sobre ellos nuevamente, nos pedían limosna por los altoparlantes. Mañana tengo que ir a la escuela, eso le dije al amigo, él gritó: ¡Jesús! Todo el camino de vuelta hasta casa y ahora veo que el cielo sopla desde abajo, bien plantado como un árbol.
Arreglahuesos
Lesión de la sílaba que entra y sale, aire y grito, un fantasma de los tendones, más aire para la revelación detenida por el coágulo, requiebra los secretos cuando se agitan, masajea músculos mudos, masajea la telaraña, palpa la gracia de los dolores. Levántense y anden, dice mi abuelo muerto, a los huesos enormes del remolino.
Qué vuela detrás de mis ojos
Casi matan mi fe, no conozco el mundo en que vivo, un ciego cantando, un hombre sin ojos que ven, vi su cara en su mirada, vi palomas alzar el vuelo en sus ojos, vi cómo se cubría la cara de vergüenza. Vi a unos franciscanos, vi a la mendiga, la mortaja en terremoto, las venas del corazón que se trazan como líneas en los huesos del silencio, en el latido místico, la tela que cubre el puerto. Digan la sensibilidad encriptada, llámenla barroco. Diez dedos en una mano tocando olvido, el vacío inmenso, la ausencia arrastrada hasta el vientre debajo de dos cruces desnudas, el signo negro que nada en los ojos. Sube aire para las palabras. Diez dedos en una mano, de esas cargadas de candados dormidos y apretados ladrillos humanos, un bosque de vientos, en cada pulso un portón de enfermos en medio de un siglo de injustos, círculos de acero, todo convertido en una rama entre parches.