Entre la niebla y el olvido

Tras un fulminante cáncer al pulmón y una historia familiar bastante terrible, Paul Auster nos dice adiós con su novela póstuma, Baumgartner, y de alguna forma nos declara que lo sabía, que estaba seguro de que no le quedaba mucho tiempo. Por eso no es extraño que sus palabras estén tan cargadas de nostalgia, esa nostalgia común a los humanos del sur y los del norte, por la única verdad absoluta de que algún día todos dejaremos de existir.

Con frases agridulces, leemos la historia de un profesor de Filosofía en la Universidad de Princeton, quien perdió a su mujer hace varios años y, mientras sobrelleva un duelo que parece eterno, se da cuenta de que envejece. Auster parece hablar de sí mismo, de su padecimiento interno por la futura muerte propia, la pérdida de la juventud y la impotencia ante el declive, la decadencia y la caída en picada hacia desaparecer completamente.

Con momentos tan tiernos como dolorosos, el libro está cargado de un miedo que corta el aire, casi sustancial y palpable. Mientras nos sumergimos en una historia en la que algunos podrían decir que no pasa casi nada, de pronto nos damos cuenta de que estamos dolidos y al mismo tiempo llenos de placer. El escritor de 4321 parece gritar que él y Baumgartner están viejos, pero aún no han muerto; que quieren amar de nuevo, escribir de nuevo, volver a levantarse del piso tras caer cielo abajo por las escaleras de su subterráneo. Que aún tienen la esperanza de recuperar lo irrecuperable, pese a vivir, como dice el narrador, “entre la niebla del olvido”.

Auster nos regala quizás su libro más personal. Tanto así, que casi parece que en el universo narrativo de esta historia no existe nadie aparte del protagonista. Pero no es nada muy nuevo. Sus tópicos clásicos siguen respirando en la nuca del lector: la ciudad de Nueva York, la melancolía, la desesperanza, la muerte como un personaje que aparece y desaparece constantemente. El recordatorio doloroso y latente de que la vida es demasiado corta funciona como catalizador para encontrarle algún significado antes de que sea tarde. Sus clásicos laberintos narrativos, donde los personajes parecen agobiarse en el misterio y la intriga, la intertextualidad y la similitud, en algunos casos, con su propia vida, no permiten que nos olvidemos de que lo estamos leyendo a él y solamente a él.

Con el estilo elegantísimo que lo caracteriza, mediante otro de sus alter ego, Auster narra con impotencia desgarradora la dualidad humana: la necesidad de seguir viviendo y la urgencia por el descanso, y parece afirmar que su vida continuará en las páginas que quedaron escritas. Como si su muerte no significara más que un hito superable dentro de una vida de mucha, mucha literatura. Como si quisiera decirnos, desde algún otro lado, que no tiene por qué terminar así. Con su última obra, aprendemos a no perder la esperanza en las segundas oportunidades y en la vida eterna de la literatura, de su literatura, la que seguirá viviendo dentro de los que decidimos dejarnos llevar por su música del azar.

Ficha del libro:
Baumgartner. Paul Auster, tr. Benito Gómez Ibáñez, Seix Barral, 2024, 264 pp.